14/5/11

Borrascas



BORRASCAS PERFECTAS

Arturo Pérez-Reverte

He leído con atención tu carta. Hablas del mar y también de la borrasca en que te ves, de la incertidumbre y de la vida. Deduzco que eres muy joven, y hay algo que quisiera contarte sobre eso. Yo tengo 59 años y amo el mar, pero ya sólo navego por el Mediterráneo. Pasó la edad en que me seducían otros mares y otras costas. Con canas en la barba y arrugas en la cara acabé confirmando que mi verdadera patria es ese lugar viejo y sabio, memoria de velas blancas y naufragios, por donde vinieron los héroes, los dioses y las antiguas leyendas que me educaron con rumor de resaca, en playas donde, al fuego hecho con madera de deriva, hombres de manos encallecidas por remos y redes, piel curtida y ojos quemados de sal, fumaban tabaco negro, hervían calderos de arroz y asaban sardinas. Quien no conoce de esas aguas más que las orillas, las cree siempre apacibles, azules, de mansos amaneceres y rojas puestas de sol. Ignora que algunos de los más furiosos temporales pueden desatarse en ellas sin previo aviso: el mar golpeando de manera despiadada, voluble y traidor.



En realidad, ningún mar es mala gente. Es el viento el que lo hace peligroso y mortal. Pero, a diferencia del Atlántico, donde los temporales pueden a veces prevenirse en intensidad, trayectoria y duración, y donde la ola suele ser larga y tendida, más gobernable, el Mediterráneo desata su furia de improviso, con vientos inesperados y una ola corta, asesina, que machaca los barcos y agota a quienes los tripulan. Viví entre marinos desde niño, y me crié con relatos de buques y mar. Nunca olvidé el respeto con que viejos capitanes, curtidos en todos los océanos, hablaban de la mar terrible que los temporales del norte levantan en el golfo de León. Después, con el paso del tiempo, yo mismo tuve ocasión de comprobar en persona cómo es capaz de golpear el azul Mediterráneo cuando se torna malhumorado y cabrón. Cuando se pone barbas grises.



De una de esas situaciones hablé aquí alguna vez: fue a bordo del petrolero Puertollano, navidad de 1970, y tuvimos una mar horrorosa doblando el cabo Bon, frente a la costa de Túnez, con olas de diez metros y viento que en la escala Beaufort se conoce como temporal duro, de fuerza 10. En otras ocasiones tampoco escapé a los temibles mistrales del golfo de León o a las noroestadas duras del canal de Cerdeña; con la angustia que supone, en esos casos, estar al mando de tu propio barco, tomando las decisiones, y que éste sea un velero con tripulantes de cuyas vidas eres responsable. Y te aseguro que un mistral de fuerza 8 pegando en la amura de estribor durante horas, con sólo una trinquetilla arriba, la mayor reducida al último rizo y el barco -valiente, fiel y marinero, bendito sea- navegando a ocho nudos escorado hasta el trancanil, dando pantocazos, macheteando entre rociones y rachas la maldita ola corta mediterránea, es algo que, por mucho que ames el mar, puede hacerte renegar de él, de los barcos y de la madre que te parió.

Sin embargo, hay algo bueno en eso. Cuando todo acaba felizmente, si el barco navegó bien gobernado y estás a salvo en aguas tranquilas, hay algo que caldea tu espíritu con legítimo orgullo: pasaste la prueba. Llevaste a puerto el barco, a los tripulantes y a ti mismo. Eres marino. Hiciste las cosas como debías, y ahora estás a salvo. Librado a tus propias fuerzas, con los dientes apretados, sin aspavientos, estuviste allá lejos, donde nadie puede decir basta, oigan, paren esto que me bajo. Y, por mucho título de capitán de yate que tengas en casa, posees el mejor certificado náutico del mundo: saliste vivo, con tu barco. Porque si es verdad que el mar, cuando se lo propone, acaba matando a cualquiera, incluso al mejor marino, también es cierto que primero liquida a los torpes, a los arrogantes y a los imbéciles; a quienes carecen de la suficiente experiencia o la humildad -que allí son sinónimos- para comprender que el mar, reflejo exacto de la vida, con sus borrascas imprevistas y sus arrecifes acechando en alguna parte, es lugar peligroso. Y que una saludable y constante incertidumbre, la desconfianza de quien se sabe siempre en territorio enemigo, ayuda a mantenerse vivo.



Y, bueno. Eso es todo, o casi. Sólo quería decirte que, lo mismo que el mar, espejo de la vida, también la tierra firme -engañosamente firme- tiene borrascas perfectas que discurren por el corazón del ser humano, probándolo, tanteando su resistencia y su coraje. Y que no hay mejor adiestramiento y ojo marinero para enfrentarse a ellas, aparte una saludable incertidumbre, que la lucidez, la tenacidad y la cultura. Ellas te ayudarán a sobrevivir entre tus particulares temporales de fuerza 8. Y en el peor de los casos, si no queda otra, a perderte con tu barco luchando hasta el final, silencioso y sereno como un buen marino. Con el consuelo de que lo hiciste todo lo mejor posible.

20/3/11

Sea Words (3) - Estela








A la estela me remite

La incandescencia insolente

De la noctiluca.


A la estela me remite

La nostalgia pertinente

De tu boca.


Virtualidad tangible

De lo irreparable

De los mares de los barcos

De las islas y de los labios.

Sea words (2) - ¿Cuanto falta?



Cuanto falta....

Si la noche está acechando

Si el horizonte destella amenazante.


Cuanto falta...

Si la presión está tan baja

Si el ceño del capitán esta fruncido.


Cuanto falta

Si mi amor seguirá esperando

Si mi amor seguirá rezando.


Cuanto falta...

Si no hay refugio procurable

Si no hay nada mas que el mar.


Cuanto falta


Si la calma ya se torna insoportable

Si la tormenta ya se viene inevitable.



-Arriar todo-

Esperar la ráfaga primera

La nube ya está encima.


Después se verá cuanto falta

Cuanto falta... y si se llega.

Sea words










Mares, barcos y hombres.








Mar de sueño.
Me duermo en el mismo infierno
de la ola que rompe rugiente

Mar de sueño.
Despierto en idéntico averno
del marino que añora su gente.

En el momento propicio
En la noche perfecta y eterna
para perderse, para dormirse.

Es mas fuerte el sueño
que el miedo

Es mas fuerte el temple
que el miedo

Es mas fuerte la impotencia
que el miedo

Es mas fuerte el capitán
que el miedo.

Barco de sueño.
Se mece en el mismo infierno.
Barco de ensueño se hunde en idéntico averno
de la ola que arremete potente


En el momento propicio.
En la tormenta perfecta y eterna
para perderse, para hundirse.

Es mas fuerte la jarcia
que el miedo

Es mas fuerte el mástil
que el miedo

Es mas fuerte el timón
que el miedo

Es mas fuerte el barco
que el miedo

Hombres de sueño
Durmieron en otros infiernos
De la ola que los llevo irremediablemente


Hombres de ensueño.
Despertaron en idéntico averno
de tradición y gloria irreverente

En el momento propicio.
En noches perfectas y eternas
se perdieron , se durmieron

Fue mas fuerte el hado
que el coraje

Fue mas fuerte el coraje
que la gloria irreverente

Fue mas fuerte el viento
que las jarcias

Fue mas fuerte el mar
que el barco


El Capitán poco pudo hacer
o lo hizo todo

No están!

Estamos nosotros.

Mismos mares.
Otras suertes
otros sueños
otras muertes

20/2/11

Galeón Sacramento





Fuente : Marcello De Ferrari.


El Galón Santíssimo Sacramento era la nave capitana y escolta de una escuadra de 50 embarcaciones mercantes provenientes de Tejo. Había partido de Tejo y transportaba a
João Corrêa da Silva, que había sido designado Gobernador y que asumiría sus funciones una vez arribado. Pero el dia 5 de mayo de 1668, ya proximo a llegar a Bahía con vientos fuertes, varó en el banco San Antonio, donde despues de varias horas de golpear y luego quedar a la deriva terminó naufragando alrededor de las 23 horas.

Relato de la página de la fuente:
O governador em exercício, Alexandre de Sousa Freire, enviou assim que informado do acidente quantas embarcações rápidas e pessoas hábeis de navegação que se encontravam na Ribeira, mas por ser, para a época, grande a distância a ser percorrida, somente chegaram ao local com romper do dia.
"Acharam feita em pedaços a nau, e grande número de corpos, uns ainda vivos, vagando pelos mares, outros jazendo já mortos nas areias..., e só salvaram as vidas algumas pessoas, às quais pôs em salvo a sua fortuna e a diligência dos pescadores daquelas praias..., e algumas poucas que sobre as tábuas piedosamente despedaçadas no seu remédio se puseram em terra." (ROCHA PITA, Sebastião, História da América Portuguesa - Lisboa, 1730).
Existem divergências quanto ao número de pessoas que estavam embarcadas no Sacramento, alguns citam 800, outros 400. Sabe-se que salvaram-se apenas cerca de 70 pessoas.
Após 3 séculos submerso é que seu casco foi localizado, na posição 13º 02’ 18" S e 30º 30’ 14" W, por pescadores que buscavam o motivo pelo qual suas redes ficavam presas no fundo. O que restava do Sacramento repousava à 15 metros de profundidade, próximo a um declive acentuado. O casco posteriormente deslizou por este declive vindo a ficar numa profundidade que varia dos 25 a 30 metros.
Mergulhos para a recuperação de artefatos se sucederam em grande número, de forma ilegal e descontrolada, tanto que em setembro de 1976 a polícia do Recife apreendeu 6 canhões de bronze que iriam ser transportados para São Paulo.
Diante desta indiscriminada depredação, organizou-se, por parte do Ministério da Marinha, uma exploração detalhada e sistemática, tendo como embarcação de apoio o Navio de Salvamento Submarino Gastão Moutinho. Estes primeiros trabalhos foram realizados com a orientação do arqueólogo Ulisses Pernambucano de Mello Neto e ocorreram no período de 1976 à 1978. Posteriormente foram realizados novos trabalhos no período de 1982/83.
De ambos trabalhos resultou um grande número de informações e extensa lista de objetos recuperados, dentre os quais podemos citar:
- 34 canhões de bronze e 8 de ferro fundido ( os datados variando de 1590 à 1653 );
- 02 astrolábios de bronze (um deles datado de 1624 e assinado "Góis");
- compassos de cartear em bronze;
- grande e variado sortimento de cerâmicas (faianças), incluindo aparelhos inteiros (como o do General Francisco Corrêa da Silva);
- centenas de ânforas (bilhas) de barro;
- imagens sacras em terracota e chumbo;
- moedas de prata (portuguesas e espanholas);
- medalhas;
- dedais de latão;
- bacias e grandes tachos de cobre.
Muito se conseguiu aprender com as informações e com os objetos retirados de forma metódica e científica e muito se perdeu com as muitas peças que foram retiradas ilegalmente e vendidas, sem que se pudesse saber seu destino. Sabemos que esta retirada ilegal ainda ocorre em toda a nossa costa e de que medidas legais sejam tomadas contra os infratores.






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